CRONICA DE VIAJE:
El verano pasado, me animé a realizar un corto viaje a dos lugares que me había propuesto conocer hace mucho tiempo. Aunque contrastantes por tener geografía y clima distinto, resultaron ser tan espectaculares e inolvidables: Lunahuana y Chanchamayo.
Lunahuana se encuentra en el departamento de Lima en la provincia de Cañete. Goza de un clima templado y atrae a los turistas por ser centro de deportes de aventura: canotaje, ala delta, etc. Partí de Lima por la mañana a las 8:30 a. m. y llegué luego de aproximadamente dos horas y media. El viaje lo hice en bus y fue entretenido, ya que pude observar diversos paisajes.
Cuando llegué a Lunahuana me hospedé en el hotel “Los Andes”, un hotel muy agradable y cómodo. Además, pude degustar de los potajes típicos de la zona como sopa chola, camarones al ajo y carapulcra. Las personas son muy amables y simpáticas. Al día siguiente, por la mañana contrate motocras para poder pasear por el desierto y luego almorcé en el restaurante El Pueblo. Por la tarde, fui a hacer canotaje y esto fue muy espectacular. Por la noche, me dirigí un local de la comunidad donde se presentaron diversas manifestaciones del folklore local.
Al día siguiente, volví a Lima para iniciar mi siguiente aventura. En esta ocasión, decidí ir a Junín, específicamente a la provincia de Chanchamayo. La idea de viajar a Chanchamayo la tenía ya desde hace 2 años. Recuerdo haber visto una foto de su paisaje de una manera casual, pero que me fascinó mucho, y ahora estaba cumpliendo aquella promesa que me hice de ver con mis propios ojos aquel paisaje que mostraba aquélla foto.
De Lima viaje en bus hasta La Merced, lo que me tomó aproximadamente 7 horas. Fue un viaje interesante y hasta a veces peligroso por la geografía de la zona y por el estado de la carretera. Pero, todo ello fue gratamente recompensado con la belleza del paisaje, el clima templado y la amabilidad de sus habitantes.
En Chanchamayo me alojé en el hotel Reyna y ahí pude degustar los potajes típicos de la zona.
Al día siguiente, contrate los servicios de una agencia de turismo y me embarque así a conocer la población nativa de los ashaninkas, Donde tuve la ocasión de experimentar, lo que se denomina, el “turismo vivencial”. Esto fue realmente espectacular ya que tuve la ocasión de vestirme como uno de ellos y participar de sus danzas y costumbres. Además, recorrimos parajes realmente hermosos. Todo ello me hizo pensar que si es posible convivir en armonía con la naturaleza, cosa que muchas olvidamos en las ciudades.